Mi amiga Candi estaba locamente enamorada de mí.
Me había enamorado de ella, pero ella me daba
nervios. Estaba bajo el supuesto de que ella era mi
hermana media . En realidad,
solo era un producto.
Sus lágrimas del
conocimiento,
envenenaron mis
recuerdos. Debería
haberme huido con ella.
Mi confusión juvenil
me paralizó,
y asi la abandoné.
Por los
malentendidos, le fallé a
ella y a la raza mexicana.
Yo no sabía, que a pesar
de la humanidad obvia
de Candi, nosotros
compartiamos la
misma confusión secreta
sobre nuestra realidad.
Las bestias se rebelaron
contra los hombres, por
malentendidos semejantes.
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